La ciudad más grande de Vermont, situada al noreste de los Estados Unidos en la frontera con Canadá, es en realidad pequeña. Tiene 42.000 habitantes y, a pesar de tener muy pocas horas de sol y pasar gran parte del año cubierta de nieve, es considerada una de las más verdes del país.
La ciudad produce la mayor parte de su energía a través de la energía hidroeléctrica, que aprovecha la presión del agua de turbinas subterráneas para generar electricidad. El 30% proviene de una planta de biomasa, que se quema madera de desecho y crea energía convirtiendo el calor en vapor. Los aerogeneradores eólicos producen el restante 20%.
Todo empezó hace en septiembre de 2014, cuando el Departamento de Energía de Burlington compró el proyecto hidroeléctrico Winooski 1, de 7,4 megavatios. Cuando las autoridades de la ciudad se dieron cuenta de que cambiar a energías renovables no sólo era bueno para el medio ambiente sino financieramente viable, el proceso se volvió una posibilidad real. Con el tiempo, la apuesta de Burlington por las energías renovables reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero, ahorrará 20 millones de dólares en los próximos 20 años y mantendrá los precios de la energía estable, según cuenta Ken Nolan, director de recursos de Energía de Burlington Electric. En otras palabras, los ciudadanos pagarán cuentas más bajas por energía limpia que cuando se compraban combustibles fósiles. Esto hace que su calidad de vida aumente, en principio, por dos razones: ahorros tangibles en energía y mejores condiciones ambientales.
“Esto demuestra que somos capaces de hacerlo, y somos capaces de hacerlo de manera rentable lo que hace que los habitantes de Vermont estén realmente bien posicionados para el futuro”, sostuvo Christopher Recchia, comisionado del Departamento de Servicios Públicos de Vermont.
La compra de una instalación hidroeléctrica 7,4 MW en el río Winooski acabó de poner a Burlington al 100% de electricidad renovable. De hecho, Vermont tiene una meta de generar 90% de su electricidad de fuentes renovables para el año 2050. El pequeño estado del norte fue el primero en prohibir el fracking, por lo que no será demasiado sorprendente si puede funcionar con energía renovable en su mayoría.
Según han señalado las autoridades, el proceso de transición no sólo se logró gracias a las políticas públicas en materia energética, sino también gracias a los ciudadanos que apoyan estas iniciativas.